09/04/2011 La Junta Barrial y de Estudios Históricos de Villa Crespo 09/04/2011 La Vuelta al Fulgor “La Vuelta al Fulgor” |
Mientras el tango se impregnaba en los pisos y en las paredes del espacio, yo observaba en los recuerdos las figuras danzarinas de mis padres, garabateando un cuatro por cuatro en el inmenso (y más inmenso aún para mí en esos días de infancia), patio de la calle Serrano. El patio ya no estaba, ni tampoco los viejos amigos de la familia que nos recibían con un beso cálido con aroma a tallarines, o a paella, o a pastram, o a jalva, o a fatay. La esencia de la familia Infante, los Bonelli, los Bové, los Atilio, los Mórtola, la Rosita y el Tongale, Roberto Orlando muy joven parodiando con otro chico un aria del “Barbero de Sevilla “en alguna fiesta de aniversario…todos, palpitaban en el suelo donde otro club se erguía, para reafirmarme que la vida obligaba a mutaciones. Fulgor de Villa Crespo ya no era el mismo. En la entrada un señor mayor que se encargaba de la recepción, conservaba los rasgos de aquel pibe que acompañaba a Orlando en la parodia de “Figaro, Figaro, Figaro”. A pesar de tantas décadas y décadas yo lo reconocí…El club de los viejos había cambiado… El club de los viejos había cambiado, pero en cada pareja, desbordando tango, estaba el espíritu del sueño de aquellos pibes que, ladrillo tras ladrillo, partido de fútbol tras partido de fútbol, proyecto tras proyecto, plantaron las raíces de un árbol, tal vez hoy podado, pero con un tronco que aún eleva sus ramas intentando llegar hasta los cielos. El club de los viejos ya era septuagenario, y este era el festejo de su cumpleaños número setenta y siete. Cuando la orquesta de vinilo detuvo su melodía, la voz del presidente anunció la llegada de una festiva torta cuya luz irradiaba fulgores dentro de la tenue iluminacón del espacio…Y nos invitó a Beba Pugliese y a mí a apagar simbólicamente la bengala que oficiaba de vela. Beba, hija de Osvaldo Pugliese, maestro del tango, quien inaugurara alrededor del 38 (según Luis Guaglianone) la pista de baile en el club. Y yo, hija de Ernesto Guaglianone, quien junto a sus hermanos y otros pibes, escribiera las primeras letras de esta historia, que -como la luz de bengala de la torta – destellaba fulgor en Villa Crespo. Después Orlando nos condujo a mi marido y a mí hacia la terraza , nos mostró la placa con el nombre de mi padre e inevitablemente surgió la aspereza que el mismo Roberto Orlando supo limar con sus palabras…cuando me explicó algo similar al concepto de que Pugliese era el espíritu de esa milonga, pero que los nombres de los socios fundadores figuraban impresos en una de las paredes de la entrada de la casa y que siempre eran recordados con respeto. Entonces me sentí llena de rosas rojas en un piano…y de yumbas… y de canciones (“La vieja Serenata”) que entonaba mis padre…y de los ochos que dibujaban los pies de mi madre… y ahí, en ese preciso instante fue cuando le pedí a Orlando que me permitiese hacer un homenaje a una significativa parte de la página fundacional de este pedazo de cultura llamado Fulgor…a la memoria de mi viejo, de mis tíos y de mi abuelo, que en cuya casa de la calle Castillo se empezaba a gestar la historia, la del club de los viejos y la de mi propia vida. Como un llamado ancestral, y a pesar de las distancias espacio-temporales que hay entre el barrio de mis orígenes y yo, siento que esa añoranza de infancia y el calor de las tradiciones de la familia, atraen mis nostalgias hacia el querido club. Sin fines de pertubar este ámbito distinto, sin intenciones lucrativas, sin ánimos de perjuicio alguno, tal vez avasallando el tiempo de hoy, que ya no es el de mi padre y de mis tíos… ahora, con el afán de las memorias vivas, espero el acontecimiento, que sin duda reconfortará el alma de ellos, que aún siguen estando en estos pisos, en estas paredes, y en mi apellido. ( “ Eramos como una familia”, Chiche Infante, 23 de marzo de 2011) Susana Guaglianone
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