Las historias que no se cuentan… por Matilde Arias

historias que no se cuentan
historias que no se cuentan

Todo cambia, las formas las maneras, los tiempos, y siempre suena y resuena en nuestros oídos “Todo tiempo pasado fue mejor”, barrios señoriales se transformaron en grandes ciudadelas populares,  como San Telmo, cuando abandonado por la clase acomodada de la época, sus grandes caserones se convirtieron en conventillos, barrios con más identidad que otros han podido resguardarse un poco más y otros constantemente viven fluctuando entre los grandes edificios y erradicación de los hoy llamados “barrios de emergencias”, antes villas miserias.

Se estarán preguntando porque esta introducción, pero todo tiene conexión hasta el hecho mismo, que una vez juré no volver nunca a Colegiales, y sin embargo volví y varias veces, es más viví en el Barrio de Colegiales.

Hace muchos años atrás, llegué por cuestiones de trabajo a Conde y Federico Lacroze, fue en ese entonces cuando muy enojada juré no pisar más ese lugar, así de enojada estaba. Todo ocurrió cuando tuve que hacer un trámite. Debía llevar unos papeles a  Ciudad de la Paz y Jorge Newbery , fui en un taxi,  pero al salir el taxista no me había esperado. Fue cuando decidí volver caminando a Conde y Federico Lacroze, es más, no comprendía porqué tuve que ir en taxi si solo eran unas cuadras, no se cómo pero en un instante estaba en un mundo totalmente distinto, había pasado por debajo de un puente que desemboca en la calle Dorrego, buscando una salida a Conde. En realidad había traspasado una barrera y me encontraba en el centro de una gran Villa Miseria, recuerdo las casillas, con puertas que eran cortinas de una tela gastada por el uso, y lavadas por las lluvias, la famosa Villa de Colegiales se extendía desde las vías del ferrocarril hasta la calle Delgado, toda la zona del mercado Dorrego.

No recuerdo haber sentido temor, me sentí en un submundo extraño, el mismo sentimiento que despertaba mi curiosidad cuando desde un edificio contemplaba los famosos “pirigundines” de la calle 25 de Mayo y Córdoba pero eso es otra historia…

Me avergonzaba mirar, y apresuré el paso porque comenzaron a seguirme unos cuantos perros, era muy jóven pero no tímida, sentí ganas de hablar con las personas que habitaban ese micro universo, de preguntarles ¿Cómo habían llegado ahí?, de averiguar quienes eran, y así como entré sin darme cuenta, salí, estaba parada en Freire y Lacroze, muchos años después oí hablar de esa Villa, hoy encontré el lugar por donde entré a la Villa, está cambiado, no hay ni barrera imaginaria ni nada, hace años que comenzó a producirse el cambio con la construcción de una Universidad, hasta transformar los silos de una harinera en un gran mercado inmobiliario como lo es Puerto Madero, el viejo mercado Dorrego en una gran Centro Cultural, pero nadie registró qué fue de esa Villa, donde vivían los seres humanos que una vez fundaron ese territorio, mundo pobre, como tampoco sabemos, salvo por lo viejos sainetes, sobre la vida en el conventillo.

Veo y contemplo el paisaje desde una hermosa torre, mi historia puede parecer de ficción pero siempre queda alguien que recuerda como el señor que el  05/09/2006: Guillermo E. Barrantes: Caminata Profunda, escribió  para Barriada, y lo que resta a por decir: lo hermoso que es el desarrollo, se llevo lo feo, grandes atalayas custodiados se levantan  y tapan la historia de un barrio que resurge floreciente,  bello pero que una vez alojo a una Villa Miseria….

Matilde Arias
para www.barriada.com.ar

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