La Inmigración en la Argentina – 2° parte por Mabel Crego

ingreso al país de inmigrantes, venían casi con lo puestoLos inmigrantes que emprendían el viaje a la Argentina, se veían expuestos a veces a penosas travesías en barco de 20 a 25 días, siempre en segunda o tercera clase.

La expansión de la economía exportadora de carnes y cereales originó grandes transformaciones en la sociedad Argentina. Durante las últimas décadas del siglo XIX se registró un vertiginoso crecimiento numérico de la población del país, que hasta entonces estaba relativamente “poco poblado”.

La Argentina en 1880 fue fundamentalmente una Argentina ganadera. Y de la mano de la ganadería creció la industria, que estaba referida casi con exclusividad al tratamiento de las carnes.

Gracias al invento del francés Charles Tellier, que había ideado un procedimiento de conservación por medio del frío seco, nació el frigorífico. En 1882 se construyó el primer establecimiento de este tipo en San Nicolás, provincia de Buenos Aires y muy pronto se inició la exportación de carnes congeladas a Inglaterra.

Entre 1870 y 1929 llegaron a la Argentina alrededor de 6 millones de inmigrantes europeos, de los cuales algo más de 3 millones se radicaron definitivamente en el país. En su mayoría provenían de las regiones más pobre de España e Italia.

En general, se trataba de varones, muchos de ellos solteros en edad productiva, que arribaron con la esperanza de convertirse en propietarios de una parcela de tierra de cultivo o, al menos, encontrar un empleo bien remunerado en las tareas de rurales. Aunque la producción agropecuaria argentina se hallaba en esos años en pleno auge, la mayor parte de los inmigrantes, no logró transformarse en propietaria ni afincarse en zonas rurales.

Esto se debió a diferentes factores: las mejores tierras para la producción ya estaban ocupadas y eran propiedad de grandes terratenientes, por lo que el acceso a la tierra propia, era muy difícil o estaba casi vedado para los recién llegados, que disponían de un capital escaso. Por otra parte, la demanda de trabajadores para las tareas agrícolas tenían un carácter estacional. inmigrantes en el campo

Por otras razones, la situación de los inmigrantes que llegaron al país después de 1880 resultó muy distinta de la de los primeros colonos, que se convirtieron en propietarios en las colonias agrícolas, fundadas en el sur de Santa Fe y Entre Ríos con el fin de promover la agricultura. La mayoría de los recién llegados se convirtieron en habitantes de las grandes ciudades de las provincias del Litoral y de Buenos Aires.

En esos años, ciudades como Buenos Aires y Rosario, entre otras, ofrecían la posibilidad de hallar empleo en las obras de infraestructura. En Buenos Aires, por ejemplo, se estaban realizando mejoras en el puerto, construcción de edificios y desagües, tendido de vías férreas y de instalación de alumbrado público. También podían trabajar, en algunos de los talleres industriales que comenzaban a establecerse en Buenos Aires a fines del siglo XIX. Muchos inmigrantes comenzaron a trabajar por su cuenta desarrollando diferentes oficios.

El torrente inmigratorio que se concentró en Buenos Aires, generó problemas habitacionales, debido a que la ciudad no estaba preparada para recibir a tantas personas, en tan corto lapso: de 180.000 habitantes en 1869 pasó a 950.000 en 1904.

El Estado Nacional había construido, en el Puerto de Buenos Aires un Hotel de Inmigrantes, como lugar de estancia transitoria, para los inmigrantes sin recursos. Pero, solo podían permanecer allí unos 4 o 5 días luego, debían salir y hallar un sitio en el que alojarse.

conventilloEste hotel se creó, para atender la gran cantidad de extranjeros llegados al país y brindarles todo lo prometido, en las campañas realizadas, en las agencias de inmigración europeas.

La oferta más accesible fueron los “conventillos”. Se trataba de grandes caserones, con numerosas habitaciones que se comunicaban con un patio central, ubicados en la zona sur, de la provincia de Buenos Aires. Originalmente, estas casas, habían pertenecido a ricas familias porteñas, que fueron abandonas cuando, en 1871, se produjo una epidemia de fiebre amarilla, que provocó la muerte del 10 % de la población de la ciudad. En esas casas viejas y deterioradas, por los años de abandono, se alojaron numerosas familias, condenadas a vivir, en condiciones de hacinamiento y precariedad.

Los conventillos, se convirtieron en un excelente negocio, ya que requería una baja inversión y existía una gran demanda, circunstancia que fue aprovechada por comerciantes, muchos de ellos extranjeros, que compraban, por poco dinero las casas abandonadas, o por sus antiguos propietarios, pertenecientes a familias de la elite porteña, como el poderoso terrateniente Anchorena.

La llegada continua, de contingentes de europeos a la ciudad, alentó a algunos especuladores a edificar viviendas precarias, con muchas habitaciones pequeñas, para alquilar a las familias obreras.

Los conventillos se convirtieron en la vivienda popular, más habitual. Este tipo de inquilinato, fue común enconventillo los barrios del sur; La Boca, Barracas, San Telmo, Constitución, Monserrat, Balbanera. (Ampliar con articulo “Un conventillo en Barracas”).

A comienzos de siglo XX, la quinta parte de los conventillos, no tenían agua ni baños y los alimentos se cocinaban en braseros, sin embargo los precios de los alquileres eran muy altos, representaban, cerca de la cuarta parte, del ingreso de un obrero. Algunos vivieron en los conventillos. Los conventillos más famosos fueron Las Catorce Provincias, El universo, y el Conventillo de la Paloma.

En ellos «se compartían los baños, los lavatorios, las letrinas, la cocina y los lavaderos. En las piezas vivían familias enteras, a veces con seis o siete hijos, lo que provocaba hacinamiento y promiscuidad. Para dormir, los más pobres tenían dos opciones: el sistema de cama caliente, en el que se alquilaba un lecho, por turnos rotativos para descansar un par de horas, o la maroma, que eran sogas amuradas de pared a pared a la altura de los hombros. Quien optaba por esto, debía pasarse las sogas por debajo de las axilas, dejar caer el peso del cuerpo y dormir sentado». A veces por el peso excesivo, la cuerda se soltaba y caía, de ahí el dicho, se viene la maroma . Esto nos da una idea del enorme sacrificio que debieron hacer muchos de los que venían en busca de un futuro mejor.

Por esta razón, en los primeros años del siglo XX, disminuyó el número de personas que vivían en conventillos, porque empujo a muchos, a buscar viviendas más baratas, en las zonas periféricas de la ciudad, también debido a la extensión del servicio de tranvías, que permitió trasladar a los trabajadores desde los nuevos barrios, hacia el centro.

También contribuyó a la descentralización, la posibilidad de comprar lotes a crédito, en barrios mas alejados del centro, en los que algunos inmigrantes, o sus hijos, edificaron sus propias viviendas.

descendientes de inmigrantesLa cadena migratoria, tendía a agrupar en inquilinatos, calles o barrios, a un importante grupo de ex habitantes del mismo lugar. Así surgieron las “Asociaciones”, que se ocuparon de la salud o de la financiación y en particular, de intentos para conservar la propia cultura, la religión, la historia y el idioma. Sorprendía la cantidad de diarios en distintos idiomas.

Toda esa actividad, chocaba a veces, con la intención “homogeneizarte”, del Gobierno Nacional. Se abrieron templos, escuelas, sociedades de socorros mutuos, cooperativas y bancos. Surgen instituciones, como la Xunta de Galicia, Centro Asturiano, Unione Benevolenza, Hospitales, Italiano, Francés, Británico, Español, Sirio Libanés, entre muchos otros. Desde donde, se podía aprender el idioma, a bailar danzas típicas. Con el tiempo y ante el cese del flujo migratorio, esas entidades perdieron fuerza, pero algunas renacieron, de la mano de aquellos descendientes de inmigrantes.

La gran corriente inmigratoria, que hizo aumentar la población, en poco tiempo a tres millones de personas, produjo un gran impacto en la sociedad. En Buenos Aires, la mitad de sus habitantes eran de origen extranjero. Este hecho fue determinante, para la sanción de la ley 1.420 de educación, ya que era imperioso que los hijos de esas grandes masas europeas, se integrasen al país en forma rápida y, por sobre todas las cosas, se identificarán con sus tradiciones.

Mabel Alicia Crego – Maestra Secretaria email
Docente JIC 4 d.e. 6º

 

Nota relacionada:
25/08/2012 “La Inmigración en la Argentina” – Primera Parte

FUENTES:

  • “Historia 3” Miretzky / Royo / Salluzzi, Kapelusz, 1988
  • “La Argentina y el Mundo Contemporáneo” Alonso / Elisalde / Vázquez / Blanco / Fernández Caso /
  • Guerevich., Aique, 1998.
  • Notas de Canal Encuentro
  • Para todos los hombres del mundo que quieran habitar, suelo argentino». Buenos Aires, Clarín.
  • «Todo comenzó en los conventillos», La Nación, Buenos Aires, 14 de mayo de 2000.
  • «Un sainete en un soneto», en Cantos de la vida y de la tierra. Vacarezza 1944.
  • Revista Mundo Argentino, “Cómo recibimos y tratamos a los inmigrantes” Año XIX Nº 940 enero de 1929

 

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