Alberto Pereira Ríos – Villa General Mitre – Juan Fernández, Seccional 41, Estado de la propiedad, Biblioteca Popular, Viviendas y Créditos

-V-

“El liderazgo vecinal fue cubierto por el titular de la seccional 35º, inaugurada en abril de 1907”

I-Juan Fernández, pionero del fomento edilicio en el Barrio Histórico

Precedentemente habíamos mencionado el lamentable estado del barrio durante el período de su formación. Los vecinos estuvieron a la espera que las autoridades municipales dieran respuesta a sus notorias necesidades.

Sus demandas aisladas, sin la debida dirección, resultaban  vanos  intentos ante desaprensivos burócratas.

Al tiempo se formó  una  comisión de fomento  sin establecimiento orgánico y desbordada por la cantidad y diversidad de problemas de todo tipo, la que pese a sus esfuerzos no lograba en esas horas poder encauzarlos. (1)

Don Francisco Menta antiguo vecino y martillero de la zona, afirmaba en páginas del Villa Mitre, que hubo en esos tiempos fundacionales, otro grupo de vecinos interesados en dar solución tan solo a problemas básicos. Según sus dichos, la encabezaban los señores Inda y Smith, quienes realizaron gestiones ante las subintendencias de Flores y Belgrano para la obtención de las mejoras que era dable pedir en ese época, en que todo era baldío (2) Pese a lo cual, lograron hacer construir algunas pasarelas y alcantarillados sobre y hacia el arroyo. Su tarea fue efímera ya que poco después, por desinteligencia entre  sus miembros, pusieron punto final a sus buenas intenciones (3)

El liderazgo vecinal fue asumido  por el titular de la comisaría 35ª, inaugurada en abril de 1907. Nos referimos a Juan Fernández, quien desplegó una eficaz tarea comunitaria  a través de la cual, se granjeó el unánime reconocimiento del vecindario, expresión que perduró muchos años, tal vez tantos, como la vida del último vecino contemporáneo de tales logros.

El 13 de octubre de 1907 fundó, la Asociación General Belgrano (4) que fue presidida por él, durante el tiempo que permaneció en su cargo.

Sus aportes fueron doblemente valederos porque al par de dar libre cauce al progreso de la zona, retempló el alicaído ánimo del vecindario que pudo ya avizorar con fundadas esperanzas, un futuro mejor para sus hijos. Fue sin duda el precursor del fomentismo del Barrio Histórico. Francisco Menta, refiriéndose a su labor afirma: “No se puede hasta aquí reconocer, que la Sociedad de Fomento Gral. Belgrano, ha hecho mucho por el adelanto edilicio del barrio, teniendo como gran colaborador al sub-intendente de Flores Dr. Serrano (5) También el diario La Nación, en su edición del 2 de agosto de 1908, menciona al comisario Fernández: Para quienes los vecinos solo tiene palabras de elogio; continuará sus gestiones a favor del progreso de Villa Santa Rita.¿Será posible? que algún día desaparezca esa falta de atención  que las autoridades edilicias y educacionales muestran hacia ese paraje. En su  edición del 23 de septiembre de 1907 reafirma: “La Asociación Gral. Belgrano consecuente con su programa de progreso local, ha dirigido una comunicación al administrador de la compañía  de tranvías fusionados “La Belga y la Anglo Argentina, a fin de gestionar la instalación de una linea que transite por calles del barrio… Hacen presentes los solicitantes que desde años atrás, han reclamado de las distintas compañías de tranvías y de la municipalidad  que se instalara  un ramal que los pusiera en comunicación con el centro de la ciudad, ya fuera cruzando Flores, ó directamente por otros itinerarios  que más se ajusten a los intereses de las empresas. No hay en ese barrio medio alguno de transporte y su población permanece estancada debido a ese inconveniente. Loteados y vendidos los terrenos, la mayoría de los nuevos propietarios solo esperan que la compañía constructora  dé comienzo sus trabajos para disponer de sus viviendas”. (barrio de viviendas económicas en la zona de Jonte y Nazca)

Otros de los muchos y variados aportes que Juan Fernández prestó a la vecindad fue facilitar los medios para la atención de las emergencias médicas con la asistencia del facultativo a domicilio. “En muchas ocasiones proporcioné caballo para tal fin. Recuerdo que quien aceptaba mas a menudo ese medio era un doctor Cernadas joven recién recibido quien  tenía muy buena voluntad para atender las urgencias, al  que por medio de la comisaría lo derivaban a  los vecinos y en tales casos, al recibir el llamado, indicaba la hora en que debía encontrarse  el caballo y el agente que lo acompañaba hasta la casa del enfermo. Esta especie de posta establecida en la comisaría para prestar colaboración a los vecinos, contaba con el consentimiento de la jefatura, estableciéndose de tal manera una mas estrecha relación, entre el barrio y la policía” (6)

Para no abrumar al lector obviamos otras transcripciones de igual tenor, que honran la memoria de quien consideramos como  padre del fomentismo del Barrio Histórico.
Hoy injustamente olvidado. Creemos que su trajinada y eficaz actividad, amerita sobradamente que alguna calle del barrio recuerde su nombre.

Juan Fernandez, una de las figuras más representativas de la zona
Juan Fernandez, una de las figuras más representativas de la zona

II- Orígenes de la seccional 41ª

Juan Fernández refiere sus comienzos en la comisaría 35ª génesis de la actual.

“–En el año 1907, el entonces jefe de policía Ramón L. Falcón, atendiendo a las necesidades de los distintos barrios como consecuencia del gran aumento de la población y satisfaciendo por otra parte las reiteradas solicitudes de barrios sin ese servicio, dispuso la creación de las seccionales 31ª y 35ª destinando para instalar tales comisarías, su dirección y servicios, a sub comisarios de mayor antigüedad  y que reunieran condiciones de competencia. Fui designado para instalar la 35ª en Villa Santa Rita, (Zamudio 1820) que abarcaba  una extensión territorial  de 560 manzanas, comprendidas dentro de los siguientes límites: Por el Sur: Av. Gaona; al Este Bella Vista, al Norte Av. San Martín hasta Chorroarín; por ésta hasta la Av. De los Constituyentes hasta Tres Cruces y de allí hasta Concordia.
Al recibir la orden para hacerme cargo de mi nuevo destino, se me ordenó también recorrer el territorio de mi jurisdicción y buscar algún edificio para instalar la sede, procurando que la cual,  estuviera lo más al centro posible del perímetro establecido, fue así que por falta de otro de más comodidad, alquilé la casa en la calle San Julían (César Díaz) esquina Zamudio. (Bufano) El edificio constaba de tres piezas y demás servicios y aunque no reunía las comodidades requeridas, fue aceptada luego de  algunas mejoras hechas por el propietario. Satisfecha aquella necesidad, se me facultó para la adquisición de los muebles necesarios, comisión que cumplí previa aprobación de precios y  consultando los presupuestos presentados. Llenados los propósitos de aquellas comisiones, se me encargó el personal que debía acompañarme en el desempeño de la misión confiada. Se componía de tres oficiales inspectores: Juan A. Lafón; Gabriel Castro y Rafael Amarante, ecribiente Augusto Martínez; meritorios Alberto Bordají y Nicolás Pasera. Veintisiete hombres de tropa y veintiún caballos como complemento.
 
El 1º de abril de aquel año, establecí oficialmente los servicios policiales en la seccional, distribuyendo los hombres de tropa  en tres tercios de siete cada uno, los seis restantes fueron destinados de a dos a guardias de tres hombres cada una ó sea un cabo y dos vigilantes por turno. Confieso con toda sinceridad  que tuve alguna vez temor por mi buen desempeño, fue en oportunidad de distribuir las paradas en tan extensa zona para vigilar con regularidad y eficiencia, pues con seis agentes apostados a grandes distancias y el sargento que recorría las paradas, no se podía esperar gran beneficio y por el contrario, quedaba expuesto al fracaso,  teniendo en cuenta que había una extensa zona de campamentos de peones de fábricas de ladrillos y quintas de  verdura etc.

Vista de la seccional
Vista de la seccional
otra vista de la seccional
otra vista de la seccional

Por otra parte,¿que confianza podría abrigar para mantener el orden público en caso de algún levantamiento ó agresión a la comisaría? (Años en que el anarquismo alcanzó su mayor expresión en la ciudad de Buenos Aires) en donde solamente contaba con tres hombres y en ciertas horas con solo uno.  Para satisfacer, ó mas bien dicho para cubrir las apariencias, entre yo y el oficial Lafón, recorríamos durante las horas de la noche la zona cada uno por lados opuestos, dábamos continuos toque de ronda, cuyos silbatos llevarían tranquilidad a los buenos y a los otros, advertirles de nuestra presencia. En resumen, hacíamos mucho ruido en la forma que usan para correr la langosta. Preocupado por ejerce una mayor vigilancia y no contando con los medios suficientes, pensé que el mismo vecindario podría servirme de poderoso auxiliar. De tal forma, invité a los más caracterizados a una reunión que tuvo lugar en la comisaría. Allí le hice conocer nuestro  deseo, de mejorar el servicio policial y para ello, cada uno debía hacerme conocer las necesidades más urgentes de vigilancia. En tal ocasión, recibí la impresión favorable de todos y a la vez me ofrecieron su concurso en todo lo relativo al orden público. Todos hicieron reiteradas manifestaciones  de gratitud al señor jefe de policía, por haber mandado establecer la comisaría tantas veces solicitada. Aprovechando esa sinceridad de manifestaciones y con el deseo de estrechar aún  más, los vínculos de amistad entre el barrio y la policía, invité a la concurrencia a que festejáramos en común el 25 de Mayo, invitación que fue aceptada y entre ellos se designó  la comisión que debía de encargarse de llevar a la práctica la idea de confeccionar el programa de actos y todo lo concerniente al mismo.
Llegando tal día, se dio comienzo a cumplir el programa, iniciándolo con disparos de bombas y toque de diana en las primeras horas. Poco después se reunió la comisión designada, ocupándose en el arreglo de las cosas que debían regalarse a los pobres del lugar. Por la tarde se presentó la comisión de damas y señoritas, designadas por la de caballeros y con el concurso de todos, dieron comienzo en sus tareas de distribuir los comestibles y ropas que se habían recibido en carácter de donación. Una banda de música que habíamos contratado, amenizaba el acto, con escogidas piezas. En ese ambiente festivo, fue digna de admiración la grandiosidad de aquel acto a pesar de la insignificancia material. En todos los semblantes, se advertía  satisfacción y alegría, unos porque recibían el pequeño obsequio y manifestaban su gratitud en forma elocuente a las niñas y señoras que los entregaban y éstas su complacencia  por el bien que estaban distribuyendo. No pasó también desapercibido para los observadores  la sorpresa que demostraban esas familias al verse casi dueñas de las oficinas de la comisaría máxime teniendo como auxiliares al propio comisario y su personal. En esta forma nos conocieron mas de cerca disipando todo tipo de prejuicios.
Yo que recorrí en mi carrera toda la escala jerárquica desde el humilde cargo de meritorio, hasta de comisario titular en los treinta años de servicios prestados, estoy en condiciones de conocer bien por dentro nuestra policía y en tal caso, habilitado para dar mi opinión sobre los prejuicios …
Prosiguiendo con nuestro festejo patrio, ese día por la tarde entre las personas que nos honraron con su presencia, se encontraba el amigo Taquín, en su carácter de jefe de la división seguridad, que me expresó la gran satisfacción que le producía, esta clase de vinculaciones con el vecindario y lo ameno de esa fiesta casi familiar. Tuvo esa misma impresión el jefe de policía, quien también me prodigó sus felicitaciones. Por la noche se quemaron fuegos artificiales frente a nuestro local  y con ello, se dio por terminado el programa de festejos, llevando todos el más grato recuerdo de la pequeña pero expresiva reunión. Quedó para mí, la satisfacción de haber cumplido con la Patria y con la vecindad.”

III- Un acto de servicio

El  comisario Fernández nos relata un colorido espisodio en el que le tocó ser protagonista: “- Una de aquellas noches, encontrándome en la comisaría, se presentó un hombre en extremo estado de excitación, casi no podía hablar. Con dificultad pudo decirme que en el almacén “La Carolina” (7) (hoy Gral. Artigas y Remedios de Escalada) había un gran tumulto del que participaban varios sujetos. El  dueño requería auxilio con urgencia. Dada la forma y el estado del postulante, no había que titubear, dejé el cargo de la guardia a un meritorio y con el único agente que en ese momento tenía, fuimos a todo correr en dirección del almacén distante a dos cuadras, ya antes de entrar sentíamos el fragor de la lucha con ruidos de copas; mesas y sillas que caían. A voz en cuello ordené guardar la puerta al agente y desenvainando con rapidez la espada que llevaba al cinto, ordené cesar la lucha a los varios que la sostenían y en igual forma les hice salir a la calle a paso de trote, sin darle tiempo a que reaccionaran los llevamos a la comisaría. Allí me enteré que todos esos hombres eran jornaleros que trabajaban en los hornos de ladrillos y como era día festivo, se entretenían a jugar una partida a la brisca por un litro de vino, pero uno jugaba con trampa, acto que fue percibido por el contrario y se lo reprochó, tomándose a golpes de puño. Los demás compañeros, al pretender separarlos iban volteando todo a su paso aumentando así las proporciones del desorden.
Mi actitud fue imprudente, pues ni siquiera palpamos a esos hombres por si llevaban armas al ser detenidos y que pudieran emplear en nuestra contra, pero eso queda explicado si se tiene en cuenta que aproveché la sorpresa que les ocasioné en el primer momento por la forma de mi entrada, de otra manera  me exponía que al producirse la reacción entre los que peleaban y sus compañeros que eran de diez a quince, difícilmente me hubiera salvado por lo menos de una buena paliza.¡Les gané el tirón!, recordando con esto un dicho campechano que me resulta hoy una máxima filosófica: “No hay animal pescuecero en ganándole el tirón”
Todos los detenidos resultaron ser trabajadores y los dejé en libertad de acuerdo a instrucciones de la jefatura.
(8)
Hasta aquí las lúcidas y pintorescas evocaciones del comisario Fernández, treinta años después, de aquellos sucesos. De las mismas se desprende una esclarecedora visión de la importancia de su liderazgo en una comunidad en formación, agrupando en su torno, aspiraciones y certezas de un futuro mejor.

 IV- Estado de la propiedad a fines del siglo XIX

La información que surge del plano catastral de la ciudad de Buenos Aires de 1895, a ocho años de la venta de los primeros lotes, en el area que hoy abarcan las actuales jurisdicciones de los barrios de Villa Santa Rita y Villa Gral. Mitre, era la siguiente:

Area del actual Barrio de Villa Santa Rita

De un total de 100 manzanas cuadradas, 33 estarían dispuestas  para la venta de lotes. El resto de la superficie permanecería aún sin lotear. Algunos propietarios poseían fracciones de una  a dieciocho manzanas, tal como se detalla en la nómina siguiente:

Area del actual barrio de villa Santa Rita
Area del actual barrio de villa Santa Rita
croquis 8
croquis 8

Las cuatro quintas ubicadas en el sector que hoy ocupa  nuestro barrio estaban ya subdivididas y en proceso de fraccionamiento. Hasta ese momento no había dado comienzo la venta en  lotes, en ninguno de los sectores ya fraccionados.

La de los herederos de Ventura Márquez  (20 manzanas) estaba subdividida, pero aún no librada a la venta. Uno de los sectores de la que fuera de Juan Piana  (12 manzanas) predio comprendido entre Sud América; Jonte; Caracas y el arroyo, había pasado a dominio del Banco Hipotecario. La otra fracción de esa misma quinta aún era pertenencia de los herederos de Juan Piana, sector subdividido  pero aún no librada a la venta. Dentro de los límites de la que había sido de la familia Dounone, se visualiza un sector (8 manzanas) cuya venta estaba cargo de los martilleros Avilés y Parpaglione, circuído por Av. Gaona; Sud América; el arroyo y Caracas. En posesión del otro sector de igual superficie, figuraban  los herederos de Juan Piana. (Caracas; Jonte; Boyacá y arroyo)

La que fuera de Ventura Martínez, estaba subdividida en tres fracciones. Dos de ellas en venta, para entonces eran sus propietarios grupos  de inversión. En la enmarcada por Bella Vista Av. San Martín y el arroyo (16 manzanas) revistaba una sociedad integrada  por Vázquez; Bollini y Nitro La comercialización de la misma estaba  a cargo del martillero W. Klein. El sector adyacente compuesto por  14 manzanas estaba limitada por Boyacá; Jonte; Terrero y arroyo, aún no enajenado por los herederos de Ventura Martínez.  

A solo seis años de la venta del primer lote, podemos apreciar que todas las quintas que componían el ámbito territorial del barrio habían sido subdivididas Los actuales límites de Villa Mitre se los ha señalado en color.

V- Liga de Fomento y Biblioteca Popular “Villa Gral. Mitre”  

Tuvo existencia oficial el 30 de agosto de 1908, solo tres meses antes de que el barrio cambiara de nombre y diez meses después de la fundación de la Asociación Gral. Belgrano, la primera entidad oficial de fomento con que contó el barrio. 
Sin embargo, dos años antes de su institucionalización, funcionaba de hecho por iniciativa del escribano Juan Forte quien, conjuntamente con los señores Laureano y Juan Silvio Piana, son considerados los fundadores de esa prestigiosa institución, pionera  del fomentismo en los  albores del barrio. (10)

Juan Silvio Piana
Juan Silvio Piana

Hoy es la  decana del barrio, perdura incólume y floreciente a través de una centuria y cuenta en su haber con  inobjetables logros comunitarios. No dudamos en afirmar que el secreto de tal longevidad lo configuran las adecuadas respuestas de sucesivas generaciones de dirigentes que se adecuaron a los cambios producidos en su entorno social. Mérito indiscutido si tomamos en cuenta que hasta los años “treinta”, funcionaban dentro de la actual jurisdicción de Villa Gral. Mitre más de treinta clubes y Sociedades de Fomento.

Vista actual de la institución
Vista actual de la institución

Nació en 1906 en el Chalet “La Julia” propiedad del escribano Forte ubicada en lo que hoy es la plaza de la Asunción La primera comisión estuvo integrada por los señores Juan Silvio Piana; Juan Forte; Bartolomé Parodi; Horacio Cipra; José Claret; Angel Rabezzana; Angel Trouvé; Vicente Piana y Juan Eitor. Su primera sede oficial estuvo instalada en Gaona 2109,  esquina Nicasio Oroño. Tiempo después, se trasladó a Boyacá  1108, esquina Gaona. . Su actual edificio social y deportivo se levanta en Gavilán 1540, sobre los terrenos que donaron para tal fin los herederos de Juan Piana. La estructura original de sus espacios cubiertos se inauguró el 25 de Mayo de 1927. En allí se habilitó su biblioteca. Posteriormente fue alterando su fisonomía con reciclajes y ampliaciones sucesivas para dar cabida en la actualidad a  nuevas y diversificadas actividades.

VI- Fisonomía de la vivienda tipo de los barrios suburbanos 1890/1925

1890. “Poco a poco fueron levantándose algunas viviendas, las primitivas en forma de malos ranchos en los que predominaban como material, las latas de los tachos de petróleo. (11) Otras familias  construían solo una  pieza de ladrillos sin revocar”
1910. “Hoy una población densa ocupa el lugar. Las casas de material con mezcla de adobe y encalados a brocha, dentro de la modestia, ofrecen agradables perspectivas (12)
1925. “Sus habitantes humildes y honrados obreros han iniciado dentro de sus escasos recursos, con  vivo interés una edificación nueva que aunque modesta no deja de ser obra grande, porque ella viene a constituir un adelanto para la Villa”.
Se puede advertir, una gradual evolución en el tamaño del cubierto y en el confort de las viviendas (14) en un período que abarca aproximadamente treinta y cinco años.
En ese lapso, la vivienda tuvo definidas características que le fueron propias derivadas de la casa colonial, cortada transversalmente para adaptarla a la estrechez de los lotes de 8 y 8,66 metros de ancho Sus  componentes y disposición eran los siguientes: Jardín al frente, tres ó cuatro metros a partir de la linea municipal; sala; dos ó tres habitaciones contiguas;  galería, patio; cocina y baño. Con el tiempo, el area lateral de un sector del  cubierto,  era cerrado con paredes vidriadas para transformarlo en un vestíbulo de textura traslúcida. (Era el preanuncio del living actual, allí se atendía a las visitas y era el lugar donde habitualmente se había instalado la radio y posteriormente la TV. Los ambientes eran construídos en hilera, habitualmente recostados sobre la pared medianera y tenían comunicación entre sí. El patio principal abarcaba longitudinalmente el espacio frontero a la sala y los dormitorios principales y transversalmente hasta la medianera opuesta. Lucía casi siempre enmarcado por macetones, colmados de plantas, en los que prevalecían helechos y malvones. El moblaje mas difundido para ese ámbito estaba conformado con amplios  de sillones de mimbre.
El estar se comunicaba con cuartos más pequeños, adyacentes a un segundo patio. Donde emergían por lo general algunos frutales (ciruelos; limoneros ó nísperos) Hacia atrás, balustrada de por medio, se hallaba el piletón, utilizado como fregadero. (15)
El W.C. ó baño a turca, estaba equipado tan solo con inodoro y lluvia; la bañera y el revestimiento con azulejos aparecería después, con la instalación de redes cloacales. El fondo cuadruplicaba ó quintuplicaba y se utilizaba como medianeras cercos de alambre tejido la medida del frente. Allí eran de verse árboles frutales, almácigos  de legumbres verdura y el infaltable gallinero en la parte posterior del lote.

VII-Créditos para la vivienda

Hasta el último decenio del siglo XIX los créditos para financiar la vivienda, estaban fuera del alcance del trabajador. Los largos plazos consistían en una cuarta parte del precio de venta al contado, otra cuarta parte a los tres meses, un cuarto a los seis y el saldo a nueve meses. Hasta 1904 los cambios registrados en el Banco Hipotecario Nacional, posibilitaron por primera vez acordar préstamos hasta el 50% del valor de la tierra más el precio de la casa a construir; sin embargo, para el pequeño propietario este tipo de ayuda seguía fuera de sus posibilidades. Algunos créditos eran simplemente usurarios. Por lo menos treinta oficinas de préstamos operaban en la ciudad otorgando adelantos a los empleados públicos, a un interés común del 18% que se cobraba mediante el embargo de una parte del sueldo. Si un empleado que ganaba $200 pesos mensuales, quería un préstamo de $1.000, firmaba un pagaré por $2.000. con fecha de vencimiento del día siguiente. La compañía de préstamos presentaba entonces este recibo a los tribunales, donde el juez emitía una orden de retención de $50.pesos mensuales, contra el salario del deudor. Como se podrá apreciar, las condiciones eran impiadosas para el cauto inmigrante cuya conducta básica era no contraer deudas y no gasta más de lo que percibía como fruto de su trabajo.

En ese tiempo los rematadores ya  vendían los terrenos en pública subasta en 20; 30; 40 y aún 60 cuotas, con tal sistema, vendieron una enormidad de lotes que fueron adquiridos por gente de bajos recursos u obreros la gran mayoría de los cuales economizaban a partir de ingentes sacrificios familiares, de tal manera fueron amortizando las cuotas de su deuda.

Terrenos que no valían 0,50 ó 0,60 centavos la vara cuadrada, les fueron vendidos en $1.50 y aún $2. Pese a su tesonero sacrificio despuntaba en ellos y sus familias una vida basada en la libertad, con la seguridad que les daba el techo propio y el desarrollo de aspiraciones antes impensadas en el orden personal  y familiar.


1) Tiempo después tendría forma orgánica, con el nombre de Liga de Fomento Villa Gral. Mitre.
2) La zona estaba poblada por comercios, talleres, fábricas y casas de familia habitada por gente de condición muy humilde. Villa Mitre, enero de 1936.
3) Nota de su autoría publicada por el Villa Mitre en enero de 1925.
4) En rigor: Asociación General Belgrano y Protección  a la Niñez Desvalida.
5) Francisco Menta, nota ya citada.
6) Villa Mitre, enero de 1936, P. 12
7) Ibidem.
8) Ibidem.
9) Hoy Club. Villa Mitre
10)  No faltaron motivos para que la familia Piana. continuara ejerciendo singular presencia en la conducción de esa prestigiosa institución. En su edición de agosto de 1930, Villa Mitre, publica la nómina de la comisión directiva para el período 1930/31. En ella participaban algunos de sus hombres: Juan Antonio como pro-secretario; Vicente entre los vocales y el propio Juan Silvio, precursor y coofundador de La Liga y sobresaliente figura en la historia del barrio.
11)  Villa Mitre, julio de 1926, P. 6.
12)  La Nación, septiembre 29 de 1910
13)  El Oeste, octubre de 1925.
14)  “La vivienda ha mejorado en su aspecto, en la calidad de sus materiales y en la extensión de sus espacios cubiertos, no obstante, salvo excepciones, su diseño básico no ha variado. Seguirá siendo el mismo por mucho tiempo”
15)  Hasta mediados de los años treinta, la ausencia de gas y cloacas, imponía a la mujer, una múltiple tarea pesada y diversa. Salir ala exterior a bombear el agua en pesados recipientes de cinc, calentarla sobre la hornalla ó brasero, lavar en el los platos y cubiertos, arrojar el agua sucia al desagüe exterior. Traer nuevamente agua limpia, enjuagar todo, hasta terminar la limpieza. Docenas y docenas de viajes, saliendo y entrando de día y de noche, con frío y con calor, en busca de agua para beber, cocinar e higienizarse. Precariedad total. Inda, Enrique, nota citada.

Alberto Pereira Ríos email 

Expediente Nº 879344 de la Dirección Nacional de Derechos de autor – Transcripciones: citando obra y autor

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